miércoles, 11 de febrero de 2009

¿Adónde vamos, papá?

"Me burlo de mis niños como Cyrano se reía de su propia nariz"
Jean-Louis Fournier, escritor, que publica ¿Adónde vamos, papá?


Esta es una entrevista publicada el 8 de febrero en La Vanguardia. Es el último boom editorial en Francia. Son los episodios de la vida de un padre con sus dos hijos discapacitados. Jean -Louis Founier se presenta como un padre "politicamente incorrecto" . "Un hombre con un hermano discapacitado me dijo que para él es un regalo, pues ¡vaya regalo! ", comenta. Espero leermelo pronto. De momento, la entrevista merece la pena.

XAVI AYÉN - París. Enviado especial -
Mathieu y Thomas son "balbucientes y babeantes, más bien feúchos", les tiemblan las manos, no ven muy bien y se pasan horas embobados ante la tele, viendo la carta de ajuste. Son discapacitados profundos. Nadie hubiera apostado por que un libro que cuenta detalles de su vida cotidiana se convertiría en un fenómeno en Francia: más de medio millón de libros vendidos, ganador del premio Fémina, finalista del Goncourt... El responsable es su padre, Jean-Louis Fournier, que, un día, decidió escribir las pequeñas historias de su vida junto a ellos, con un estilo que ha seducido por igual a la crítica y al gran público. ¿Adónde vamos, papá?, recién publicado por Destino, rehúye los lugares comunes y exhibe una honestidad y un sentido del humor poco habituales. Fournier nos recibe en su casa en el distrito 20 de París, un barrio popular "lejos de las tiendas para turistas". Su hijo Thomas vive hace años en una residencia especial y Mathieu murió muy joven.

Con este tema tenía el riesgo de caer en la sensiblería...

Hay tanta gente que cuenta su vida para hacer llorar al lector... Yo no quería que nadie me compadeciera, simplemente cuento una historia, intentando no caer ni en la ternura barata ni en el cinismo. He escrito antes más de 20 libros, la mayoría humorísticos, y ahora me doy cuenta de que eran sólo un camino para escribir este.

"Yo no soy un ángel, he sido un mal padre". ¿No es usted un poco duro consigo mismo?

No. Intento ser sincero. Es verdad que no he sido un padre formidable. Mire, yo he querido hacer un buen libro, no que la gente me aplauda como padre. Soy como todo el mundo: ni muy bueno ni muy malo. Y con hijos así, es muy difícil ser un padre ejemplar. El otro día, en una conferencia, me vino una mujer y me dijo: ´Usted es un padre admirable´. No, para nada, señora, soy un padre que no ha tenido suerte. Prefiero que me digan que soy un buen escritor que un buen padre. Mis hijos me han salido mal, pero al menos el libro me ha quedado bien. Habría sido mejor lo contrario, pero...

Su estilo es muy depurado, frases cortas, mucho ritmo, los capítulos son como sketches...

Soy muy próximo al lenguaje hablado, se me oye al leerme. Adoro tirar todo lo inútil. En las frases, cuando hablamos, hay un montón de ruido, paja. Y no podría haber hecho capítulos largos, porque muchos los he escrito al borde de las lágrimas. Si continuaba, alargando las cosas, me habría hundido. Lo dejo ahí, en el punto justo para no hundirme.

En el libro exhibe todas las modalidades del humor: ironía, absurdo, sátira, humor negro, blanco, juegos de palabras...

No lo he inventado para mi libro, soy así en la vida. Es lo que me ha ayudado a soportarlo. Hay gente que, cuando vive desdichas, se pone a llorar, otros hacemos bromas. El libro tiene humor pero no es un chiste, no eludo la tristeza ni otros sentimientos.

Al principio su canguro no le entendía...

Claro, yo volvía a casa, por ejemplo, no veía a los niños y le decía: ´Josée, ¿por qué ha tirado a los niños por la ventana? Eso no está bien. Ya sé que son discapacitados pero eso no es una razón para tirarlos´. Al principio, me miraba horrorizada, pero al final me seguía la corriente. Muchos me critican por estas bromas pero el humor no es maldad, uno puede reírse de alguien y quererlo muchísimo. Compadecer a alguien es mucho peor, eso sí que es malvado.

Al burlarme de ellos, les doy dignidad. Sime río de alguien, me coloco en un plano de igualdad. Me burlo de mis niños como Cyrano se reía de su propia nariz. Ante las grandes desgracias, la risa nos ayuda, cura, es un calmante. La gente feliz no necesita la risa, son los infelices los que deberían reír.

Es un libro políticamente incorrecto pero, a pesar de ello, ha tenido un éxito brutal.

¿Se da cuenta? Siendo políticamente incorrecto, aparece una enorme masa de gente que está de acuerdo con uno. La gente dice: claro, pues tiene razón. Hoy he recibido una carta de un señor políticamente correcto que me dice: ´Usted es un pesimista, yo tengo un hermano discapacitado y considero que es un regalo del cielo´. ¡Qué horror! ¡Vaya regalo! No hacía falta que se molestaran en dármelo... Mi libro interesa a todo el mundo por ser una alegoría de la vida, sirve para todo tipo de problemas. La vida es muy difícil, todas las familias viven dramas, pero aun así vale la pena vivir.

Por eso el lector no le acaba de creer cuando dice: "Hemos sido infelices".

Sí, hay momentos buenos. Pero yo soy profundamente pesimista. Un pesimista que ríe.

¿No tuvo la tentación de hablar más de su separación, o de sus sentimientos?

Para ser sincero, creo que sin niños discapacitados mi mujer habría acabado marchándose igualmente. Ella tenía una manera de reaccionar ante este drama muy diferente. Hay que decir que no ha sido divertido para ella.

1 comentario:

  1. Hola "malas madres" que yo sé no lo sois. Os deseo una feliz andadura por estos caminos de internet. Ya he puesto un enlace en el mío para así estar más cerquita y poderos seguir.

    Enhorabuena por los textos.

    Besos en especial a Cristina.

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